sábado. 20.04.2024

El historiador cuenta que la actividad de este pueblo de O Bolo estuvo antes asociada a una ferrería que al manantial mineromedicinal

Mondón es un pueblos abandonados del municipio de O Bolo con una historia que contar. Desapareció hace largo tiempo si bien está perfectamente localizado. En la actualidad, aún se pueden contemplar sus casas en ruinas y los restos de su popular balneario. Su agua ferruginosa «abría el apetito y curaba la anemia», dice el historiador Antonio Castro Voces.

En el siglo XVIII, O Bolo y A Veiga eran territorio de realengo —directamente sometidos a la jurisdicción del Rey— mientras que el resto de Valdeorras, era zona de señorío de los Condes de Ribadavia. En este época, Mondón estaba adscrito a la Abadía de San Martiño, perteneciente a la Diócesis de Astorga.

Por ello, en la época operaban los impuestos eclesiásticos como diezmos, primicias, ofrenda pascual y el voto de Santiago; además de los civiles, como el ciento, sisa, carnes, fiel medidor y algún otro más, que iban a parar a las arcas reales.



A mediados del XIX, en 1849, en el conjunto de los pueblos que conformaban la parroquia vivían unos 90 vecinos. Se dedicaban a la agricultura, el cultivo de cereales, trigo, cebada, hortalizas, prados, ganado lanar, vacuno y cerdo. Además, había caza de liebres y conejos y pesca de truchas y anguilas en el río Barxa.

Castro Voces cuenta que la existencia de Mondón no está inicialmente asociada al balneario sino a una ferrería, situada en sus inmediaciones, que se abastecía de agua del río Xares a través de unos canales que la conducían hasta la explotación aurífera de Montefurado.

De hecho, la citada ferrería, cuyos restos a día de hoy son visibles, debió ser importante pues «su fuerza motriz se utilizaba no sólo para la extracción del mineral sino también para la transformación en útiles de labranza», relata Castro Voces. Es más, a finales del XIX consta que en Valdeorras había esta ferrería y otras dos más en Riodolas —Carballeda— y San Vicente de Leira —Vilamartín—.

Una vez que la ferrería pierde su influencia aflora la idea del balneario, a principios del siglo XX. No era un balneario al uso. Es decir, no tenía zona de baños sino que era para beber agua.

La idea pudo nacer de la oportunidad de negocio que vio el propietario del manantial, Emilio López , al comprobar como un pastor que nunca tenía hambre había ganado un gran apetito después de tomar la costumbre de beber de la fuente. «Vio aquel detalle y construyó las instalaciones», apunta Castro Voces.

El balneario empezó a funcionar en 1903 dotado con una hospedería, cómodas habitaciones, todas ellas con luz de carburo y derecho a cocina. Los agüistas se alojaban durante nueve días para realizar el programa completo.

Presa de Santa Eulalia en el río Xares en cuya margen izquierdo se encuentra el Balneario

La fuente estaba situada a 700 metros y los agüistas tenían que ir dos veces al día hasta la misma para beberla, con muy buenos resultados pues «abría el apetito y combatía la anemia», esgrime Castro Voces.

El balneario de Mondón estuvo abierto hasta antes de la Guerra Civil. Hoy sólo quedan parte de sus ruinas en pie.

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Castro Voces: «El agua del balneario de Mondón curaba la anemia»