O Bolo y A Rúa Vella se convierten en el Monte Calvario
La tradición manda, pero también la fe y la religión. Tanto As Emitas como Santo Estevo han recuperado su tradición desenclavo ante la mirada de los fieles que no han querido perderse esta celebración de la Pasión de Cristo.
La pandemia les había robado la celebración, pero no la ilusión. El Desenclavo es uno de los actos centrales en la Semana Santa de muchos lugares pero en Valdeorras tiene un sabor especial. Más cuando se habla de As Ermitas o de A Rúa Vella. La fe y lo ancestral se dan la mano en esta representación de la muerte de Cristo.
As Ermitas, la muerte de Cristo sobre el río Bibei
Hablar de Semana Santa en la comarca de Valdeorras es hablar de O Bolo y en concreto del Santuario de As Ermitas. El Viernes Santo, el santuario que data del siglo XVIII se vuelve el centro de la celebración de la Pasión del Señor.
El fervor, el recogimiento y la devoción ya se hicieron patentes en la mañana cuando el carácter solemne del Vía Crucis hizo parada en cada una de las 15 «estaciones» o capillas, que simbolizan las distintas escenas de la Pasión de Cristo.
Una celebración cuyo recorrido posee cierta similitud a la «vía Dolorosa» de Jerusalén, pues se celebra a través de calles estrechas, en cuesta y muy empinadas, recordando al Vía Crucis real del siglo I.
Silencio, devoción y mucha fe envolvieron uno de los actos con más sentimiento religioso que también ha estado presente en la tarde de hoy con el Sermón de las Siete Palabras y el Desenclavo.
Ataviados los cofrades con túnicas moradas y roquete blanco, el atrio del santuario se convirtió, en la tarde de este Viernes Santo, en un peculiar Monte Calvario. Con la solemnidad que el acto requiere, los hermanos mostraron al público la imagen, de aire románico, de Jesucristo clavado en la cruz.
Con sumo cuidado, los hermanos procedieron a envolverlo en el sudario y depositarlo en una urna dorada que devolvió el Cristo Yacente al interior del templo. Tras esta talla, la imagen de la madre, de María en una advocación del dolor de quien ve a su hijo morir, cuyo corazón atraviesan los puñales.
Un vistoso y sobrecogedor momento realizado ante el silencio y la mirada atenta de los presentes que no quisieron perderse esta representación plástica de la Pasión de Cristo sobre el escenario que ofrece el santuario que se alza imponente entre las rocas y escuchando de fondo el paso del río Bibei.
Un punto donde la naturaleza y la arquitectura han ejercido como magníficos anfitriones de esta representación de la muerte de Cristo.
A Rúa Vella acompaña con fervor
La riqueza patrimonial e histórica de la comarca hace que no solo el Desenclavo de As Ermitas sea la representación de la muerte del Nazareno.
En el centro de Valdeorras, uno de los lugares donde más se guarda la tradición es A Rúa Vella y en concreto la parroquia de Santo Estevo. El Sermón de las Siete Palabras ha sido el argumentario escuchado en esta tarde de Viernes Santo durante el que se recitaron los momentos más importantes de la Pasión y muerte de Jesús en la Cruz.
A continuación, varios hombres de la parroquia se dirigieron hacia la imagen de Jesucristo clavado en la Cruz. De manera cuidadosa y solemne, aflojaron los clavos para envolver la imagen en un sudario e introducirla en una urna de cristal. Un momento álgido para cualquier cristiano donde la devoción se agarra al pecho y acalla los murmullos.
Así, la parte masculina de los parroquianos se unió en hermandad para portar sobre sus hombros los 60 kilos del peculiar paso que llevaron en procesión.
Y tras ellos las mujeres que llevan a otra figura clave de la Pasión pero también de la vida. María, la madre que soporta el dolor por el fallecimiento del hijo. Vestidas de negro y ataviadas con velo, son ellas las que hacen que la imagen pueda caminar detrás del cuerpo inerte del hijo.
El sentimiento religioso, la devoción pero también el orgullo del origen y de mantener la tradición han estado hoy muy patentes en A Rúa Vella, poniendo énfasis en uno de los actos más hermosos y emblemáticos del lugar.