viernes. 29.03.2024

El olivo es un cultivo rentable, que exige poca inversión y supone una apuesta de futuro para el medio rural. Y Valdeorras reúne buenas condiciones para su plantación. Este el mensaje lanzado por el ingeniero técnico agrícola Rubén Gutiérrez García-Tembleque, director del departamento de Agro de Aceites Abril, durante la conferencia pronunciada en O Barco sobre la producción de olivos con motivo de las “Xornadas sobre oportunidades do medio rural”.

Rubén Gutiérrez afirmó que la inversión por cada hectárea de olivos es de una media de 2.500 euros, lo que engloba el estudio de viabilidad, ajuste del ph del suelo, maquinaria, fertilización y mano de obra. A esto, se añade el mantenimiento anual, que cuesta unos 700 euros por hectárea por año para desbroces, sulfato y podas.

En cuanto a la primera cosecha con rentabilidad para el productor, “llega en el quinto o sexto año de la plantación. A los 12 años de la plantación de olivos, los beneficios son del cien por cien.  Y el momento en que se gana dinero y se amortiza está en el año 10 (beneficios de 1.500 y 2.000 euros por hectárea). Los 4.000 kilos de media por hectárea es donde está la rentabilidad”, señaló.

También puso de manifiesto que el precio de este año de la aceituna estuvo en 1,30 euros kilo. “El coste de la recolección es de 80 céntimos kilo cuando se paga a 1,30 el kilo de olivo, de modo que hay un margen”, explicó.

Desde el punto de vista del productor, destacó Gutiérrez que la producción de olivos requiere una inversión baja, tanto económica como de tiempo.

Indicó que en Galicia hay muchos suelos que no valen para el cultivo del olivo, pero Valdeorras sí reúne condiciones muy favorables, tanto de clima como suelo. “Un clima apropiado es que no llueva más de 900 mil litros al año y que el mes de mayo no sea húmedo (época de floración del olivo).  A nivel de suelos el gran problema es la acidez, en Valdeorras no tanto, el olivo es más exigente que la viña en cuanto a ph, pero se resuelve echando cal, el producto más barato del mercado”.

Otros requerimientos señalados es que  lo ideal es que sean fincas de más de 2.000 metros cuadrados y que cuenten con capacidad de riego los primeros años, principalmente para suelos arenosos (en Valdeorras son más arcillosos y es una ventaja).

Gutiérrez García-Tembleque señaló que también es muy importante tres elementos para la viabilidad de los olivos: el drenaje de la finca pues “si drena mal se desaconseja la plantación de olivo. El olivo compite muy bien en suelos arcillosos con muy poca agua, pero compite muy mal en  suelos con mucha agua”; la profundidad del suelo (en Valdeorras sí lo son) y que le de sol a la finca, imprescindible para generar aceite.

En cuanto a las variedades, las que son aptas en Galicia y de mayor rentabilidad, citó la Arbequina, Picual, Cobrançosa y Frantoio. “La corona del proyecto son las variedades autóctonas pero tan sólo se han caracterizado dos para poder proclamar que son únicas. Cuando tengamos el material vegetal, las prescribiremos. Esta es la meta del departamento”, apuntó el director de Agro.

Historia de la empresa Aceites Abril

El técnico comenzó su intervención con unas pinceladas sobre  la historia de Aceites Abril, empresa familiar fundada en 1962, en Ourense, que nació como una industria de logística de productos agroalimentarios de vino y aceite. “Empezó en el barrio de A Ponte y de 1994 a 2004 se trasladó al Polígono Industrial de San Cibrao, donde amplía y moderniza el envasado. No todo el aceite que envasaba era gallego”, explicó. En la actualidad, esta firma ourensana cuenta con nueve líneas de envasado, refinería (montada entre  2014 y 2016) y centro portuario en Vilagarcía para recepción de mercancía.

Aceites Abril “es una empresa con mucha facturación. El interés de la familia por el olivo siempre fue de leyenda. Son personas que siempre han estado ligadas al rural”, puntualizó.

Rubén Gutiérrez explicó que el departamento que dirige desde hace dos años, Agro, se puso en marcha en 2006, con la ayuda de Universidades como la de Vigo y Santiago. Sus  funciones  son asesoramiento técnico a productores, estudios de viabilidad de proyectos nuevos de plantación, venta de planta como vivero y la elaboración de aceite virgen extra gallego, además de charlas y catas, entre otras.

Hizo una referencia histórica, citando al historiador de Santiago Lorenzo Fernández Prieto, para abordar la evolución de los olivos en Galicia. “Hubo producción de aceite antes del siglo XV y después desaparece. Esto fue debido a una subida de impuestos del transporte del aceite y vino”, relató, en una época en la que había mucha hambre en Galicia, enfermedades, emigración, despoblación, circunstancias que también influyeron en la desaparición. “A los cultivos le subían impuestos, no había gente para trabajarlos y la gente decidió ir a productos de primera necesidad como maíz y patata.  El olivo perdió rentabilidad y sólo quedó en zonas aisladas”, detalló.

En este sentido, argumentó que Quiroga (Lugo) fue uno de los lugares donde se conservó “tal vez porque a nivel climático y de suelos es gloria bendita para la buena producción de olivos, reúne todas las condiciones”.

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Rubén Gutiérrez: «El olivo es un cultivo rentable que exige poca inversión»