Con la llegada de la Navidad, los restaurantes de la comarca afinan su propuesta para una de las épocas más intensas del año. En O Barco, el restaurante Piquiño vuelve a convertirse en uno de los puntos de referencia para quienes buscan buena cocina y un espacio en el que celebrar. Su chef, Marcos González, explica que estas semanas el local centra su actividad en los menús cerrados para grupos, especialmente para empresas que desean reunirse antes de las fiestas. Comenta que «llevamos ya dos fines de semana con cenas y comidas de grupo, algo que, en realidad, mantenemos durante todo el año, aunque ahora se demanda mucho más».
Estos menús, diseñados para compartir, incluyen entrantes variados, un plato de carne, otro de pescado y un postre casero, todo ello acompañado de vinos de la Denominación de Origen Valdeorras, que para González son parte fundamental de la experiencia. Señala que «la gente lo que quiere es pasarlo bien, verse, charlar y compartir», y que cada grupo ajusta los entrantes o los platos principales según gustos y costumbres. Aun así, no deja de llamar la atención que, pese a la calidad del producto en la zona, «el cabrito se acaba quitando porque la mayoría ya lo come en casa por Navidad».

La demanda, cada vez más anticipada, ha cambiado la dinámica de las reservas. El chef aclara que «cada año llaman antes; este noviembre ya tuvimos muchas solicitudes», lo que obliga a muchos a buscar alternativas a los fines de semana más fuertes previos a las fiestas. Además, cada vez más empresas optan por comidas o cenas completas en lugar de un simple vino de confraternización. Incluso después de Año Nuevo es habitual que quienes no han conseguido fecha en diciembre celebren sus encuentros pendientes.
En cuanto a su propio descanso navideño, Marcos confiesa que él no cocina en casa durante las fiestas: «Tengo mucha suerte, mi mujer y mi suegra se encargan; en casa casi no hago nada». Y bromea diciendo que sus hijos son sus críticos más exigentes, razón suficiente para aprovechar esos días para desconectar de la cocina profesional.
Al valorar el 2025, el chef se muestra optimista pese a las dificultades: «No fue todo lo bueno que podría haber sido, pero también podía haber ido peor». Recuerda que en ocasiones los incendios o la ausencia de visitantes afectan temporalmente, pero asegura que «si no vienen antes, vienen después; la gente vuelve con ganas». Esa confianza es la que le empuja a afrontar con energía el 2026, en el que seguirá al frente de Piquiño «dando caña».
Una Navidad más, Piquiño se mantiene como uno de los espacios gastronómicos de referencia en O Barco, combinando tradición, innovación y ese espíritu cercano que caracteriza a la cocina de Marcos González.


