La generación del 69 del Divina Pastora de O Barco vuelve al «cole»

La generación del 69 del Divina Pastora de O Barco vuelve al «cole»

Volver a su colegio, a sus recuerdos de infancia pero sobre todo, sentir que no había pasado el tiempo entre las paredes del Divina Pastora.  Algunos no se veían desde que dejaron el centro educativo.

 

Decía la canción de Gardel que «20 años no es nada» en su tema «Volver». 51 son unos pocos más pero la cuestión es volver. Eso es lo que han hecho los 26 ex-alumnos del Colegio Divina Pastora de O Barco este sábado 25 de febrero, volver.

Volver a su colegio, volver a sus recuerdos, pero sobre todo —y también como dice la canción—, sentir. Algunos no se veían desde que dejaron el centro educativo, pero volver a pisar el «mismo suelo», estar en las mismas aulas —una de ellas aseguró, «creo que eran los mismos pupitres»—, removió recuerdos e hizo que por una noche no pasase el tiempo, o sí.

Estos son las chicas y chicos que hace cuarenta y pico entraron a formar parte del colegio

Los había que no volvieron desde que en octavo se marcharon para el instituto, otras que si, ya que sus hijos estudiaron donde ellas lo hicieron. Los hay que no recordaban nada y otras que lo recordaban todo. Es el caso de Clara, ella estuvo interna y cursó estudios desde los 6 años, sus padres vivían en Prada (A Veiga) —aunque realmente era de San Miguel de Outeiro— y de lunes a viernes el Divina Pastora era su casa. Tanto es así que su memoria aún guardaba los primeros platos que comía cada día de la semana. «Los lunes, habas; los martes, garbanzos; los miércoles lentejas; los jueves, arroz —iban mejorando a medida que avanzaba la semana para que cuando fueras a casa dijeras que todo bien— y el viernes, macarrones. El segundo cambiaba pero el primero siempre era el mismo», señala Clara.

Mónica, Manoly, Belén, Ángeles, Clara y Silvia

«Me trae buenos recuerdos zona donde estaban las habitaciones, la parte de arriba... Del internado tengo un buen recuerdo», significó. Hacían oración en la capilla y sobre todo aprendían y jugaban, algo que creemos que se acaba de inventar.

En una de tantas y tantas funciones de fin de curso

«La parte de atrás es totalmente nueva, es donde metieron infantil y la ESO, los laboratorios y todo, el frente es lo mismo», indica Belén que es una de esas alumnas que hasta hace bien poquito tenía a sus hijos en el Divina Pastora. «Ese ere el patio de los medio pensionistas», apunta Clara, refiriéndose a la zona de nueva construcción. «Las internas cuando acabábamos de comer íbamos para aquel patio», matiza.

Eran 50+1 en octavo  y en la clase de 3 años unos 80 ya que en ella estaban los de primero, segundo y tercero de infantil «y salimos leyendo, escribiendo y tocando la flauta», resalta Belén. En cuanto a las «madres» —manera en la que nombran a las religiosas— hay algo de discrepancia, mientras que para Clara la mejor era la madre Teresa para Belén era la madre Cecilia que daba infantil.

La madre Cecilia con sus alumnos en una demostración de flauta

A la hora de valorar la más recordada y no precisamente por «buenos motivos», coincidieron las que allí estaban, que la que se llevaba la palma era la madre Esclava, daba clases de costura y aprendieron a «coser muy bien».

El colegio, de la orden Franciscana, se hizo mixto con la generación del 68, hasta entonces los niños sólo estudiaban hasta 5º curso —la primera parte de primaria—.

Cena de recuerdos y amistades retomadas

En lo que convienen todos es que les «hizo mucha ilusión recordar el colegio». Hay lugares que están como los dejaron «las puertas, las ventanitas», dicen unos. «Los pupitres y las sillas de pequeñajos yo creo que son los mismos», dice otra. «las estanterías y las puertas», apostillan. En lo que coinciden todos es en los suelos, esos siguen «tal cual».

Un brindis por la generación del 69 del Divina Pastora

Al salir del colegio se fueron de cena para recordar otra manera de estar juntos.