Ya ha pasado una semana desde la apertura del Casino de O Barco, se han recuperado las partidas de las tardes, los cafés, el vino al mediodía, las copas del fin de semana y hasta ha habido un derbi Madrid-Barça que llenó la cafetería, de momento la única planta que está en funcionamiento después de incendio.
Nos acercamos hasta la entidad barquense para interesarnos por como han llevado este tiempo de cierre y que supone la reapertura. Hablamos con Robi, el chico que atiende en la cafetería y el que se encarga del día a día de que todo funcione. «Pues nada, cerrados por el incendio, el problema que tuvimos es que con las lluvias, tuvimos unas inundaciones y nos hemos pasado aquí intentando librar que no se dañase más de lo que está dañado. Tuvimos problemas de inundaciones, pero gracias a Dios, aquí estamos otra vez de reapertura».
César y Efrén están al otro lado de la barra, son dos habituales, les preguntamos si tenían ganas de volver: «Pues claro que teníamos ganas de venir, los socios somos socios —dice con tono contundente esbozando una sonrisa—, si no nos gustase no éramos socios, dice César. «Yo creo que este es el local más bonito que hay en todo el barrio», apostilla.
«Claro, y es un punto de encuentro, y al final, se perdió», afirma Efrén. «Y, para tomar algo, yo se lo digo a cualquiera. Para tomar algo no hay otro mejor», apunta César. Los dos coinciden que es un lugar tranquilo e ideal para pasar un rato agradable conversando con los «amigos».
«Esto es un sitio donde nos reunimos los socios, por eso es privado, pero por lo demás, yo estoy encantado de estar aquí. Porque aquí, contrariamente a lo que mucha gente piensa, hay gente de todas las ideas, de todas las formas, de todas las edades, de todos los sitios del Barco y de todos los sitios de Valdeorras, no solo del barco», las palabras de César apuntan a su preferencia por el lugar. Y sobre todo por la directiva: «A mí me gusta cómo está ahora mismo el casino y la gente que está en la directiva. Y que venga gente joven con ideas nuevas y que atraiga gente nueva».
Efrén —más joven—, tiene carnet desde 2009 y César es socio desde hace 25 años, mientras divaga si será presidente Roberto o Alfonso Prada, lo que tiene claro es que Alfonso Dosouto fue quien lo presentó como tal, «era una época en la que se necesitaba ser socios y firmó el y firmó Amadeo».
«La apertura coincidió con el partido de Champions, Madrid –Borussia, y había veinte o veinticinco personas», recuerda Efrén, quien está encantado de volver a la normalidad, al día a día del Casino. Explica así la extraña normalidad: «Dentro de que hay zonas que no se pueden entrar, como el cuarto de los niños, la biblioteca, porque hay algunas zonas que están un poquito más afectadas por la cubierta, que al final el daño al ser en la cubierta es la zona que más permite entrar agua».
Las lonas que le han puesto a la cubierta para que no se «cuele el agua. Están funcionando» Ahora bien, «sigue habiendo alguna gotera en la zona de atrás, donde no causa ningún tipo de daño. Ahora hemos solucionado ese problema y ahora estamos seguros, está todo controlado», intervine Robi.
«Como es una terraza, hay una membrana por debajo y el agua estancaba. Se hicieron unos agujeros laterales y parece que no, pero desaloja mucho más rápido el agua y no hace que estanque y que vaya bajando por el edificio abajo», sigue aclarando.
Las actividades más multitudinarias como Halloween o el Magosto no podrán celebrarse, de momento, puesto que el lugar de estas reuniones era la segunda planta y esta sí que se ha visto afectada por el incendio. Poco a poco se recuperará la normalidad, pero para eso aun falta.
Las partidas de cartas, mucho más que un juego
«Mus. Vamos. Paso chica. Si, llevo pares. No. Tu y yo si. Paso. Envido ¿Llevará dos pitos? ¿Leva dos caballos?». Es lo que se oye a medida que nos acercamos a la mesa donde juegan Carmen. Manolo, Rosa y Alfonso, mientras Goyo mira. Sí, se trata de una partida de mus.
Se reúnen cada tarde en torno a una mesa con tapete, en la cual las fichas y las cartas son lo parte primordial, igual que es la complicidad entre ellos. Con el Casino cerrado no encontraban un lugar adecuado para pasar la tarde. Carmen señala, «andábamos como perrillos, buscando un tapete». Y, sobre la apertura, «nos vino Dios a ver. Aquí es como estar en casa. Súper cómodo, agradable, bien. No tiene ni color».
Juegan todos los días entre las tres y media y las seis y media y no siempre al mus. «A veces se echa una mano a la subasta. A todo lo que caiga».
El derbi
Si las cartas son importantes, un derbi Madrid-Barcelona, no lo es menos y el sábado pasado el salón se llenó de merengues y culés que tenían ganas de disfrutar. «Hoxe hai moita xente. É normal nun clásico pero o resto dos días tamén ben moita a xogar a partida e vimos moitos a tomar algo sobre todo cando rematamos de comer. Co peche botábamos algo en falta aquí no Barco. Os que somos socios, somos clientes habituais botabámolo en falta moito», dice Manuel uno de los que estaba viendo el encuentro.
Ahora queda ponerse manos a la obra y dejar la estructura reparada y que de una vez por todas las redes dejen de envolver el edificio barquense.
