El administrador diocesano "ve difícil" la recuperación de las iglesias de Fervenza y Cesures
El fuego que en los últimos días ha asolado amplias zonas de Valdeorras dejó en O Barco dos templos devorados por las llamas: las iglesias de Fervenza y de San Clemente de Cesures, donde tanto el interior como las imágenes religiosas han quedado prácticamente consumidos por el incendio.
Javier Gay Alcaín, administrador de la diócesis de Astorga, a la que pertenecen estas parroquias, ha visitado en los últimos días la comarca para conocer el estado de las construcciones. Tal y como relato en Cope, y según los primeros testimonios desde el terreno hacen temer que la reconstrucción será complicado. “No parece que quede mucho recuperable”, explicó. Frente a esa primera impresión, matizó que habrá que comprobar el alcance real de los daños para decidir los pasos a seguir.
Milagrosamente, la iglesia de San Vicente de Leira resistió el avance de las llamas, aunque el núcleo en el que se asienta quedó muy afectado. No obstante, las autoridades y los vecinos no descartan que aún haya más templos dañados en zonas de monte o ermitas aisladas que todavía deben ser inspeccionadas. El drama humano y patrimonial se entrelaza: al perderse campos, casas y también edificios religiosos, muchos vecinos sienten que se desvanece una parte importante de su memoria colectiva. En esta iglesia, el sacerdote se reunió con unos cuantos feligreses a los que animo a seguir adelante a pesar de lo vivido.
Ante la emergencia, las parroquias y los sacerdotes han volcado sus esfuerzos en atender a las personas desplazadas. Además de la asistencia espiritual, han colaborado en tareas prácticas: desde la acogida de evacuados en centros como el colegio Pablo VI de A Rúa hasta labores de contención y apoyo logístico con vecinos y brigadas. Hay relatos de sacerdotes jóvenes que, junto a la población, llegaron a auxiliar en la creación de cortafuegos o en tareas de primera necesidad.
Tal y como recordó el representante del obispado, la destrucción de un templo no es solo la pérdida de un edificio ya que para quienes lo usan cotidianamente supone el extravío de un lugar de referencia comunitaria y de la historia familiar que allí se preserva. Las autoridades eclesiásticas insisten en priorizar la atención a las personas —su seguridad y sus necesidades— y, cuando la situación lo permita, emprenderán inventarios y valoraciones para determinar qué es recuperable y cómo abordar la posible reconstrucción o protección del patrimonio afectado.
Mientras continúan las labores de control del incendio y la evaluación de daños, la comarca de Valdeorras afronta la doble tarea de reconstruir hogares y recuperar el tejido social y cultural que los templos simbolizan. Los vecinos, voluntarios y recursos de emergencia siguen movilizados para garantizar la seguridad y comenzar a planear la recuperación lo antes posible.