Las covas de Seadur, más cerca de ser Bien de Interés Cultural
Bajo la tierra de Seadur (Larouco), donde la piedra y la viña llevan siglos conviviendo, se extiende un conjunto de construcciones que forman parte del paisaje y de la memoria. Son las covas y las adegas, espacios ligados a la cultura del vino y a la forma de vida tradicional de Valdeorras. Ahora, gracias a la iniciativa del Concello de Larouco y de su alcaldesa, Patricia Lamela, la Xunta ha incoado el expediente para declararlas Ben de Interese Cultural (BIC) como lugar de valor etnolóxico. Este reconocimiento implica su protección inmediata y oficializa su valor como parte del patrimonio gallego.
En el expediente figuran 81 construcciones, aunque en la zona ya se han identificado más de 90 y cada poco tiempo aparece alguna más. «Cada vez que voy, hay cuatro o cinco que alguien ha limpiado. La gente está volviendo a mirar a las covas con otros ojos», cuenta Carina Rodríguez, arquitecta técnica, apasionada de estas construcciones y una de las personas que más ha investigado este patrimonio. Desde hace meses recorre la comarca documentándolas junto con Cristina de la Torre, con quien prepara un libro financiado por Turismo de Galicia.
«Es muy bonito ver cómo se está despertando el interés. Hay gente que me decía “la vendo, ya no me interesa” y después cambiaba de idea: “¿sabes qué? Me la quedo, la voy a arreglar”», explica. En su trabajo de campo ha descubierto no solo construcciones antiguas, sino también una relación muy viva entre las personas y este tipo de arquitectura. «Hay que ir de la mano de alguien del pueblo. Muchas están escondidas, solo ves el respiradero, y sin conocer a los dueños no podrías ni encontrarlas», relata.
Las covas son excavaciones en la tierra pensadas para conservar el vino. Algunas tienen una adega delante, otras una antecova, y otras se mantienen tal cual, con una simple puerta de madera como única intervención. «Lo singular de Valdeorras son las covas. Adegas hay en toda Galicia, pero esto no. Y además, cada una es distinta: cambian los materiales, el sistema de ventilación, la forma de entrar… Ninguna es igual», destaca.
Carina se declara fascinada por la lógica constructiva de estas cavidades: «Funcionan como un sistema bioclimático perfecto. Gracias al respiradero que tienen por detrás y a las ventanas delanteras, la ventilación es constante. Así mantienen la temperatura todo el año sin necesidad de nada más. Por eso el vino se conserva tan bien. Está todo inventado desde hace siglos».
No se sabe con certeza cuándo se construyó la primera. «No hay documentación. Muchas ni siquiera están registradas como covas. Hemos hablado con los más mayores, como Julio, de Seadur, que tiene 91 años. Decía que de pequeño solo vio construir una; el resto ya estaban», cuenta. A falta de papeles, Carina ha tirado de memoria oral y de mapas antiguos. «Si miras el vuelo americano de 1956, todo lo que ahora son pinos eran viñedos. La producción de vino tuvo que ser enorme» y donde había vino...
Durante décadas muchas quedaron abandonadas, pero ahora viven una segunda vida. La ruta de las covas de Seadur, que se celebra cada sábado de Semana Santa, es una forma de descubrirlas, aunque Carina recomienda visitarlas también en otros momentos. «Cuando entras en una cova notas cómo cambia el aire, cómo te rodea la tierra… Es una sensación alucinante. Y si lo haces con calma, sin gente, aún más».
Aunque la declaración como BIC refuerza su protección, Carina insiste en que queda mucho por hacer. «Habría que localizarlas todas, darles nombre, hacer un buen trabajo de catalogación y planes específicos para conservarlas. Porque el nivel de integridad que tienen, para el poco caso que se les ha hecho, es altísimo. Es un patrimonio único y tenemos que cuidarlo». La resolución definitiva del expediente puede tardar hasta 24 meses.