David Palomar, el arte que renace del rural gallego
En lo alto de las montañas de Manzaneda, en la aldea de Paradela, vive y crea David Palomar, un artista autodidacta que ha sabido transformar los restos de una vieja casa rural en esculturas cargadas de alma, memoria y mensaje. Palomar es uno de los creadores que participan en Arte no Rural, un museo al aire libre que convierte las calles, plazas y fachadas de A Portela de Portomourisco (Ourense) en una auténtica galería artística a cielo abierto.
Desde hace seis años, David y su pareja Susana decidieron dejar atrás la vida urbana para asentarse en el corazón del rural gallego. Él, originario del Pirineo, y ella, de Crecente (A Cañiza), encontraron en Galicia no solo un hogar, sino también una fuente inagotable de inspiración. «No somos muy de ciudad, y aunque Salamanca nos enriqueció mucho culturalmente, necesitábamos volver al rural, que es lo que nos gusta», explica David.
Su arte nace del escombro de la casa que hoy es su hogar. La particularidad del trabajo de Palomar reside en su capacidad para dar nueva vida a materiales que otros desecharían. Madera, hierro y todo tipo de restos que fue extrayendo mientras rehabilitaban su casa en Paradela son hoy materia prima de sus esculturas. «Nos gusta también el hierro. Un poco de todo», dice, con la humildad de quien crea por el simple placer de hacerlo.
Lejos del circuito comercial, Palomar no vende sus esculturas. «Me cuesta desprenderme de ellas. Son parte de nuestra casa, de nuestro espacio», confiesa. Es su mujer quien le anima a exponer. Ella también realiza manualidades que comparte a través de la página Paradela Arte. “Susana es quien tira más de eso, lo mío es más bien una terapia, algo que disfruto mucho”, añade.
Obra con historia y memoria
Entre las piezas que David ha llevado a Arte no Rural destaca “As aldeas morren”, una escultura realizada con restos de una antigua puerta de cuadra. En ella, una cerradura tradicional simboliza tanto el cierre hacia el olvido como una posible apertura a la esperanza de que los jóvenes regresen al rural. La pieza descansa sobre madera de castaño y culmina con una guadaña, en un poderoso guiño a la memoria campesina.
Otra creación notable es “Mazaira”, realizada junto a Joaquim Riera. En ella rinden homenaje al manzano gallego, al que en cada rincón de Galicia se le llama de una forma distinta; en esta zona de Terras de Trives, mazaira. La copa del árbol está formada por cápsulas de café insertadas en aros de antiguas cubas de vino, mientras que el tronco es de madera de nogal. Una obra que combina simbolismo y reutilización con enorme sensibilidad estética.
“O mirador”, por su parte, es una invitación a observar la vida desde la memoria. Hecha con madera de castaño y una cerradura antigua, la pieza permite al espectador “mirar el pasado y el presente”. Se eleva sobre una vara de hierro clavada en un bloque de pizarra, completando así su sentido de conexión con la tierra.
David Palomar representa a tantos otros artistas rurales que, como él, han decidido vivir y crear desde la periferia, poniendo en valor el territorio, sus materiales y su historia. Su obra es una prueba viva de que el arte no necesita de grandes salas ni focos para emocionar, remover y comunicar.
Arte no Rural es mucho más que una exposición: es un homenaje al rural que resiste, que se transforma y que, gracias a artistas como David, también se reinventa.