La central de Puente Bibey fue clave para recuperar la luz el día del apagón masivo
A las 12:31 minutos del 28 de abril de 2025, la península Ibérica se quedó a oscuras. Un fallo en la producción energética provocó un apagón masivo sin precedentes. Las causas todavía se investigan, pero hay algo que sí se sabe con certeza: desde una central situada en Manzaneda, empezó a encenderse de nuevo el Galicia.
La central hidroeléctrica de Puente Bibey, propiedad de Iberdrola y puesta en servicio en los años 60, fue una de las primeras instalaciones en ponerse en marcha tras el colapso. Y no fue casualidad. Este complejo subterráneo, con capacidad de arranque autónomo, está preparado para situaciones críticas como la vivida aquel día.
Mientras otras centrales dependían de energía externa para reactivarse, esta funcionó como una isla energética: generó sus propios megavatios y los puso en circulación. En menos de 30 minutos, ya estaba suministrando tensión a la red de transporte.
«Nunca habíamos vivido algo así, pero sí lo habíamos practicado», explica José Balbino Pérez Míllara, jefe de la central. Porque en Puente Bibey no improvisaron: hay protocolos, se hacen simulacros cada tres años y todo el equipo sabía perfectamente qué hacer. «Es una situación escrita. Solo hay que seguir los pasos, con seguridad», añade.
En el momento del apagón, eran unas siete personas las que estaban operativas en el recinto, activando el protocolo con calma pero con precisión. «Estaba aparcando el coche cuando se encendieron todos los pilotos de alarma. Supimos que pasaba algo. Llamamos a Salamanca y se confirmó el cero energético. A partir de ahí, actuamos según lo previsto», relata.
Una central preparada para emergencias
Puente Bibey es una central de bombeo reversible, lo que la convierte en una instalación estratégica. En condiciones normales, cuando hay excedente de energía —por ejemplo, durante la noche o en días con mucha producción solar o eólica—, la central aprovecha ese sobrante para bombear agua desde el embalse inferior de Montefurado hasta el superior, el de Bao, situado a mayor altitud. Ese embalse, construido en los años 60, acumula hasta 238 hectómetros cúbicos de agua. Así almacena energía en forma de agua acumulada en altura.
Cuando se necesita electricidad —como ocurrió el 28 de abril—, el proceso se invierte: el agua cae desde Bao a través de una galería subterránea de 4,8 metros de diámetro y 8,9 kilómetros de longitud hasta una chimenea de equilibrio, donde una tubería de 370 metros conduce el agua directamente a la caverna que alberga las turbinas. Es ahí, en el corazón de la montaña, donde la energía hidráulica se transforma en electricidad.
La central cuenta con cuatro turbinas tipo Francis, una de ellas equipada con un rodete bomba de 64 megavatios capaz de mover hasta 19 metros cúbicos por segundo. Todo el conjunto está alojado bajo tierra, y se accede a él a través de un túnel excavado en la roca, que da paso a un espacio técnico altamente automatizado. Este diseño permite a Puente Bibey operar como una auténtica «batería hidráulica», capaz de almacenar energía y liberarla en minutos cuando el sistema lo necesita.
Todo se hizo con cuidado. No se puede reactivar un sistema eléctrico entero de golpe. Se van metiendo pequeñas cargas, pequeñas ciudades, y se va subiendo potencia gradualmente: de 5 a 10, de 10 a 50 megavatios. Solo cuando hay equilibrio entre lo que se genera y lo que se consume puede continuar el proceso. Un fallo aquí, y el sistema podría volver a caer.
La potencia total instalada en Puente Bibey es de 263 megavatios, lo que la convierte en una de las más importantes del norte peninsular. Desde su sala de control, los técnicos no solo pueden arrancar y parar los grupos, también monitorizan en tiempo real los parámetros eléctricos de cada unidad: tensión, frecuencia, intensidad… Todo lo necesario para mantener la estabilidad del sistema.
La primera en reactivarse en Galicia y León
El día del apagón, Iberdrola activó su protocolo de emergencia. Puente Bibey figura como prioritaria en el eje Galicia-León, y fue la primera en lanzar tensión a la red. Desde esta central, la electricidad viajó hasta Trives, y desde allí se bifurcó hacia Ourense y Santiago de Compostela. A partir de ese momento, otras centrales como Conso, Soutelo y San Esteban —también gestionadas por Iberdrola— se fueron acoplando progresivamente, utilizando como referencia la frecuencia y tensión establecidas por Bibey.
«Los primeros megavatios que levantaron el sistema eléctrico en Galicia salieron de aquí», confirma Miguel Ángel López García, director de Generación Sil-Támega. «Esta es una de las pocas centrales del sistema con capacidad real de arranque autónomo. Está todo procedimentado, se hacen pruebas periódicas, y el personal sabía exactamente qué hacer. Fue un éxito», asegura. López García subraya además la importancia de que el sistema esté diseñado en forma de “islas energéticas”, que permiten recuperar zonas de forma progresiva y controlada.
En Valdeorras, la luz volvió pronto
La rapidez con la que Bibey se reactivó fue determinante para que algunas zonas no pasaran demasiado tiempo sin luz. En O Barco, por ejemplo, el suministro se restableció sobre las cinco y media de la tarde. Solo habían pasado unas siete horas y media. En otras partes del país, la espera superó las 24 horas.
¿Por qué O Barco fue de las primeras? Porque tiene hospital, y Red Eléctrica da prioridad a los núcleos con infraestructuras sanitarias. Pero también porque está cerca de una central capaz de lanzar tensión de inmediato. No es casualidad.
Una red interconectada
La de Puente Bibey no es la única pieza de este engranaje. Iberdrola opera en la cuenca del Sil un total de 21 centrales hidroeléctricas y 14 presas interconectadas. Entre ellas destacan San Esteban, con la misma potencia que Bibey (263 MW) y equipada con una turbina adicional tipo Pelton; Santiago Sil, con 124,8 MW y tres turbinas Francis; Guístolas, de 45 MW y completamente subterránea; y San Pedro II, que suma 33,6 MW con sus dos turbinas tipo Kaplan. Todas ellas están coordinadas desde un centro de control en Salamanca, que gestiona en tiempo real los recursos de generación de todo el sistema.
Gracias a esa infraestructura, en menos de una hora ya se había generado suficiente energía para iniciar el proceso de reposición. Lo que en otros países podría haber durado días, aquí se resolvió en cuestión de horas. Y, en Galicia, todo empezó aquí. En Puente Bibey.
Porque a veces la energía no se mide en megavatios, sino en minutos de reacción, coordinación y conocimiento. Y en eso, Puente Bibey brilló con luz propia.