Hazlo tu mismo..., sin morir en el intento
Hace unos días, en una de esas visitas, reencuentros, o retornos más que necesarios a tierras trivesas, y tras una conversación con un amigo, recapacité en que, a medida que nuestros aniversarios van lanzando años al saco, tendemos a rememorar de manera reiterativa el pasado; ya sea a base de anécdotas y situaciones graciosas, o con otras que no lo fueron tanto, pero eso… que las refrescamos.
De hecho, creo que es inevitable el mirar hacia atrás de vez en cuando, porque ese simple ejercicio de memoria nos hace ver, aunque sea a lo lejos, el punto aquel del que se parte, con la mochila aún mediada. Algo muy propio de esas oráticas primeras etapas de la vida.
Porque, lo que está claro es que el presente es efímero, pues se nos caduca a cada respiración que le roban nuestras inhalaciones a la cadena de producción de oxígeno. Y… del futuro, ¿qué vamos a contar del futuro?, si ni tan siquiera se deja atrapar cuando corremos sin aliento tras sus zancadas, ofreciéndole el relevo.
Bien, pues bajo al suelo de nuevo, que ya me había ido por las ramas, y… como iba a relatar, mientras el nuevo año comenzaba su particular gateo bajo el amparo de una de esas ráfagas de imágenes memorables, que poseen esas películas inmortales en el tiempo, me llamó mucho la atención la tan reiterada, y no por eso menos fantástica escena en la cual Charles Chaplin interacciona llave en mano —no era la 13/14— con engranajes y demás piezas de la maquinaria de una factoría.
Por cierto, aprovecho para mirar de nuevo por el retrovisor al pasado, y… como aquel que no quiere la cosa… 2025 ya está aquí. Casi nada eh. Ya le hemos dado la dentellada a un cuarto de siglo, y en unos meses, sin que nos demos cuenta, volveremos a agitar el palillero sonrientes para sacarnos esa última pepita de uva que se nos incrusta cada Nochevieja en el empaste.
Perdón por la excursión a las nubes. ¿Qué decía de Chaplin? Ah sí, que esa imagen de “Tiempos Modernos”, hace años, cuando la vi por primera vez, me hizo reflexionar acerca de hasta qué punto el progreso era provechoso y nos facilitaba la vida en general, o simplemente se podía convertir en un arma de doble filo.
Está pasando actualmente con la inteligencia artificial. No sabemos qué nos puede deparar en un futuro a ciencia cierta. Si se hará un uso correcto y beneficioso de ella. Si será más negativa que positiva. O una plataforma sobre la cual despeguen toda clase de estafas, engaños, plagios, etcétera. E incluso, que sea el brazo ejecutor de cualquier chispa imaginativa y creativa.
Y es que servidor, se muestra cada vez más escéptico ante ciertos “avances”. No es que me haya quedado estancado, ni mucho menos, pero, de manera involuntaria y natural, me sorprendo en mi retrospección, abocado cada vez más a la personificación de aspectos, objetos, texturas y diversas expresiones artísticas.
Sí, lo sé, hay cosas que no se llevan ya. Pero a mí, cuando paro a repostar, me gusta que el personal de la gasolinera me atienda, y así, de paso, hacer el típico comentario sobre el tiempo y aprovechar para sacar el Mikasa Globbertroter tricolor de baloncesto, y pedir por favor, si me prestan un minuto la válvula para hincharlo. En la gasolinera de Trives por ejemplo, pueden dar fe de ello; cada verano, el mismo día, nosotros: los mismos pesados del año pasado, y del otro. Ansiados; profesando una devoción desmedida por esas pachangas Celtics contra Lakers venidos a menos, todo sea dicho. Grazzie mille que diría Dino Menheguin.
Y a eso iba yo, entre liana y liana, y volviendo a aterrizar de nuevo en tierra: que se me hace extraño después de tantos años el omnipresente autoservicio. En todo. Y no por comodidad, ni mucho menos, sino porque cada vez que me veo en la caja de alguna cadena pagando y cobrándome a mí mismo, o en una gasolinera, manipulando —¡ojo! Que de eso mucha gente no es consciente—una materia altamente inflamable, o en una terraza en autoservicio, pienso lo mismo, y me pueden llamar involutivo, sí, pero lo primero que me viene a la mente es: alguien se está ahorrando la contratación de un empleado, y esa función la está haciendo el comprador/usuario sin descuento alguno y gratis.
Recuerdo que mi padre, cuando llegaba a un peaje, obviaba la barrera de cobro automático. Y aunque en ocasiones pagase con tarjeta, siempre elegía la cabina en la que había empleados, porque mantenía su teoría de que si todos pagábamos con tarjeta y en las tan impersonales barreras automáticas, cada vez y paulatinamente, el número de empleados iría minando. Y así con todo.
Y ahora sí, llamadme retro y no Ismael (Moby Dick), pero todavía tengo fresco en mi asombro el día que la chavalería de casa me llevó a un establecimiento de esos modernos, de comida rápida. Y asistí atónito a como un personaje animado me llamaba por mi nombre y anotaba la comanda como lo haría un camarero.
Confieso que me entró la risa. Pero me reía principalmente de mí. Porque no sé hasta qué punto podemos ser tan moldeables y manejables. Eso sí, tras salir por la puerta les dije que: a mí, donde me pongan un Maroto con el click de su bolígrafo haciéndole de vacuna en su brazo antes y después de anotar en su libreta de papel… y una Pacita con esa predisposición, que hasta te lee el pensamiento musical antes de servirte, poniéndote además banda sonora al trago con una sesión Purplediana o Zeppeliana… que se quiten monigotes animados que se toman confianzas que nunca les dimos. Cuidado, cuidado… Bastante vara nos da ya la asistente de “gugüel”.
Pues nada amigos, que estrenamos año, y… si deseamos comunicar una incidencia... sólo tendremos que marcar el 1. Si 2025 nos ha empezado a pasar factura y no se corresponde con lo contratado… deberemos marcar el 2. Y si, por lo contrario, queremos ser atendidos por el personal de atención al cliente… marcaremos el 3.
P.D. En estos momentos 2025 tiene todas las líneas ocupadas. Permanezca a la espera o llame más tarde, que es mejor que nunca. Le recordamos que esta vida son cuatro días, así vamos a llevarlo lo mejor que se pueda. Gracias por confiar en nosotros: los seres humanos.