Semana de la Mujer: conmemorando el 8M entre viñedos de Valdeorras
Los viñedos, el vino y las bodegas, cuestiones que marcan muy de cerca la zona de Valdeorras. Normalmente, los bodegueros se suelen llevar todo el mérito. Por esto es necesario hablar de las bodegueras, esas mujeres que han estado tanto en los viñedos como cuidando a sus familias.
El pasado y el presente de la vinicultura de Valdeorras se unen en los perfiles de Concepción González "Chita"—Somoza—, y de Raquel Vizcaya —Chandoiro—. Dos grandes mujeres que han dejado su huella en el mismo terreno, pero en diferente tiempo.
Chita fue la primera mujer en dirigir una bodega de la Denominación de Orixe Valdeorras. Llevaba su nombre —Adega Concepción González hoy es Adega O Testeiro— y en ella trabajaba su marido, Matías Rodríguez.
La bodega no era su única labor, a los trabajos en el campo se unía la atención al ganado —llegaron a tener 22 cabezas de ganado— el cuidado de la prole y las tareas del hogar, eran otros tiempos.
Al tener también animales , iban hasta O Bolo o a Freixido a hacer pacas, «eu collía o coche, metía a seis ou a sete», recuerda Chita. Al tener la oportunidad de vender leche, «metía os nenos no coche e levábaos comigo para repartir por A Rúa, ía hasta a casa da Laroco», rememora.
Después de trabajar arduamente por fuera, llegaba el momento de regresar a su hogar y hacer labores domésticas. Pero trabajar siempre ha sido su máxima prioridad para poder ayudar a sus cuatro hijos a estudiar. «Todo o fixemos ca agricultura, non fumos a ningún sitio. Traballamos nas terras e nas viñas e así toda a vida».
Chita fue y es una luchadora. Hizo todo lo que estuvo en su mano para trabajar, mantener a su familia y ayudar a que todos sus hijos e hijas tuvieran un futuro mejor en esos tiempos tan difíciles.
Raquel Vizcaya, Raquel do Bolo, apuesta por la viticultura tradicional con ella observaremos cómo es en la actualidad el mundo de la vinicultura desde los ojos de una mujer. «Eu nacín entre viñas, o meu avó tiña viñas e o meu pai», explica Raquel. Ella decidió irse fuera a formarse, pero ya veía que podía tener una posibilidad entre viñedos.
«Segundo rematei de estudar volvinme e o meu irmán tamén. Entón, agora somos profesionais na terra», asegura. Desde muy pequeña supo la intensidad y la gran labor que supone trabajar en la tierra, pero esto no la paró para perseguir sus sueños. «En vez de botar o esforzo noutro lado, botámolo no sitio que nos viu nacer».
Su principal objetivo era hacer un vino como los de antes, como esos que hacían los abuelos. «É un viño natural, non ten engadidos. é un viño enteiro, como se facía antes», explica. Raquel, de esta manera, vuelve a unir el pasado con el presente, pero de una manera diferente.
Chita y Raquel son de tiempos y pueblos diferentes, pero las une un hilo muy fuerte. Ambas han peleado por sus sueños, su familia o por recuperar cosas que creían importantes. Ellas, vinicultoras, madres y, sobre todo, mujeres luchadoras.