Monseñor Jesús Fernández: “Me llevo de Valdeorras el calor de su gente y el impulso de proyectos que echaré de menos”

Tras cinco años de servicio en la diócesis de Astorga, monseñor Jesús Fernández repasa su legado pastoral en Valdeorras y comparte ilusión y nostalgia ante su próximo destino en Córdoba.

El obispo de Astorga, Jesús Fernández, será el nuevo obispo de Córdoba tras cinco años de servicio pastoral en la diócesis. Asegura que su nombramiento le tomó por sorpresa, pero afronta el nuevo reto con espíritu de entrega. Antes, sin embargo, quiere despedirse de una comarca que le ha dejado huella. Su cambio de destino coincide con la muerte del Papa Francisco, y eso es lo primero que queremos saber, el impacto que ha tenido el fallecimiento de Francisco en la Diócesis.

SOMOSCOMARCA: Antes de hablar de su nombramiento, quisiéramos transmitirle nuestro pésame por el fallecimiento del Papa Francisco. ¿Cómo están viviendo este momento en la diócesis?

MONS. JESÚS FERNÁNDEZ: Lo sentimos con gran tristeza. El Papa Francisco ha sido una figura señera por su apostolado de cercanía y su empeño en rescatar el núcleo del Evangelio: la alegría de compartir, de vivir la justicia y la paz que nos anuncia el Señor. Ahora nos unimos en oración por su eterno descanso y prepararemos una misa funeral diocesana tras el funeral en el Vaticano. 

La Diócesis de Astorga celebrará una Misa Funeral por el eterno descanso del papa Francisco. La celebración tendrá lugar el próximo sábado 3 de Mayo a las 12:00, en la S.A.I. Catedral de Astorga.

SC: Vamos al motivo principal de esta entrevista: su nombramiento como obispo de Córdoba. ¿Cómo recibió la noticia?

Mons. Fernández: Fue una sorpresa total. No solemos saber con antelación estos destinos. Recibí la llamada cuando estaba en el colegio de A Rúa, fue un momento de nervios, de oración y de entrega al servicio que la Iglesia me demanda.

SC: Apenas lleva cinco años en la diócesis y en Valdeorras hay muchos proyectos aún en marcha. ¿cómo ha sido tomar esta decisión?

Mons. Fernández: Para mí ha sido doloroso dejar un ambiente tan familiar y entregado. Aquí hemos puesto en marcha iniciativas como el proyecto social y religioso de la Virgen de las Ermitas o la escuela diocesana de evangelizadores (EDEU). Confío en que mi sucesor continúe esas líneas de trabajo.

SC: ¿Qué recuerdos guardará de su paso por Valdeorras?

Mons. Fernández: Inmejorables. La visita pastoral a la unidad de las Ermitas, con sus pequeñas parroquias de montaña, fue una experiencia transformadora: orar con enfermos, caminar con los niños, acompañar retiros en el Barco… Me llevo el calor de la gente y el tesón de comunidades rurales que viven con fe auténtica.

SC:¿Cómo ha evolucionado la relación entre la Iglesia y el pueblo de Valdeorras durante su mandato?

Mons. Fernández: Ha sido muy positiva. Hemos estrechado lazos con alcaldes, con instituciones locales y, sobre todo, con los seglares. Esa cercanía ha facilitado tanto el avance de proyectos pastorales como la creación de un ambiente de colaboración fraterna.

SC: Ahora que emprende un nuevo reto, ¿qué mensaje deja a los fieles de Valdeorras?

Mons. Fernández: El mensaje de Jesucristo: Dios nos ama, vive y camina a nuestro lado. Les animo a mantener viva la oración en familia, a celebrar la Eucaristía con fe y a compartir la alegría del Evangelio, especialmente con las nuevas generaciones y quienes están alejados.

Imagen de archivo: Misa de Santa Rita presidida por el obispo y bendición de las rosas

SC: Uno de los grandes desafíos en el mundo rural es la despoblación y el envejecimiento, también del clero. ¿Cómo cree que la Iglesia puede afrontarlo?

Mons. Fernández: Ante la secularización y el éxodo rural, hemos reforzado la formación de laicos con la EDEU y apostado por unidades pastorales que funcionan en red. Así, varias parroquias comparten recursos y celebraciones, compensando su fragilidad individual y fortaleciendo la vida comunitaria.

SC: Por último, ¿seguirá viniendo a Valdeorras una vez instalado en Córdoba?

SC: Aunque será más complicado, siempre tendré un lugar especial para esta comarca en mi corazón. En la medida de mis posibilidades, regresaré a compartir con ustedes la fe y la fraternidad que tanto me han enriquecido. Que Dios bendiga siempre a esta querida tierra de Valdeorras.