A Rúa, la entrada en tren a Galicia
Hay un lugar en Valdeorras donde el Camiño de Inverno discurre entre viñedos y los peregrinos pasean deleitándose entre las ramas retorcidas y centenarias de godello, mencía y garnacha. Un lugar bañado por el agua que San Martiño en el que disfrutar de hermosos atardeceres y vibrante actividad, un lugar que es A Rúa de Valdeorras.
¿Les cuento un secreto? La periodista encargada de escribir este reportaje conoció A Rúa mucho antes que cualquier lugar de Valdeorras; antes de que una oferta de trabajo me llevará allí en 2015 y de que el Sil me conquistara.
Siendo lo que ahora se llama preadolescente, pisé por primera vez A Rúa, acompañada por mis compañeros del colegio y allí volvimos varias veces. Sin duda alguien pensó que un entorno multicolor marcado por la naturaleza era el mejor lugar para nuestra formación y creo que no se equivocaba. Recuerdo que la primera vez llegué a A Rúa era primavera y estaba en un autobús que nos dejó cerca de la estación, no los sabía entonces, pero estaba en el corazón rués que después me sorprendería con su encanto, paisaje, gastronomía, y por supuesto…sus gentes; (tuvimos tiempo para todo).
Y eso que después supe que A Rúa Vella es el verdadero origen de este lugar del que conocimos la iglesia de San Esteban, del siglo XVI. Recuerdo como me llamaba la atención aquella iglesia de estilo indefinido pero bella y elegante. La mayor parte del edificio actual fue construido en el siglo XVII, con reformas posteriores y en él formaron parte numerosos artistas de la época.
El descubrimiento de la zona de O Aguillón fue toda una fiesta para nosotros, o al menos así lo recuerdo con el paso de los años. Comenzamos con la parte cultural, atravesando a pie el romano Puente de la Cigarrosa y admirando el Sil mientras a lo lejos veíamos Petín. Una unión gemelar para ambos concellos a través de un puente que, de origen romano, conserva , en el segundo pilar, cinco hiladas de sillares de cerca de 2 metros de altura, mientras que en el cuarto pilar están los fundamentos romanos. Su silueta se erige, majestuosa, sobre el abundante caudal para recordar las hazañas de quieren habitaron el lugar para hablarnos de Forum Cigurorum, el asentamiento más antiguo de la comarca, según algunos historiadores.
Todo esto se puede meditar mientras se descansa en el vergel de O Aguillón, en el encoro de San Martiño, viendo a las aves anidar en las islas del embalse donde se han catalogado 600 especies de plantas diferentes, y más de una docena de distintas familias de ánades.
Recuerdo con especial cariño algunas de las rutas que trazamos por el municipio y que nos hicieron conocer mejor los elementos que lo componen. Como aquella que me enseño que mi querida y familiar Somoza, también existía en Valdeorras.
Fue precisamente en una ruta desde A Rúa Vella para llegar a la zona de As Pinguelas, donde hay una fuente y, retrocediendo ligeramente, encaminarse a Somoza, y a San Julián, y acabar en A Reza, un área donde descansar y disfrutar de los encantos con los que la naturaleza obsequio a los rueses.
En todos estos trayectos, recuerdo escuchar embelesada la historia y algunos de los términos dados a determinados lugares como la Casa Grande de Fontei, similar a un pazo gallego y con un jardín que en el momento se me antojaba enorme. Precisamente desde Fontei recuerdo subir al Mirador de Barranco Rubio donde admirar el paisaje rués, el embalse y las montañas para volver a descender a Vilela.
Buenos recuerdos de un lugar encantado por el que los peregrinos del Camiño de Inverno caminan trazando una nueva historia, que, como la obra de una hilandera, se teje de otras muchas; las de aquellos que nacieron en A Rúa, que la poblaron y que seguimos soñando con ella.