El arte de «facer pan» y «roxar o forno»

Elisa y Merche, vecinas de Éntoma, utilizan el horno comunitario para hacer pan. Una labor tradicional pero que poco a poco se va perdiendo

En Éntoma no se pierden las buenas tradiciones. El pan, ese manjar que cada día acompaña nuestras comidas, está siempre más rico si se hace con cariño. Y eso, a Elisa no le falta. Junto a Merche, vecina del pueblo, utilizan el honro comunitario ubicado en las escuelas para amasar y cocer alrededor de 14 hogazas que luego reparten entre sus allegados.



La tarea comienza con la preparación de la masa madre el día anterior. Sal, levadura y harina son los ingredientes que la componen. Después, se deja fermentar durante la noche. «Al día siguiente, le echamos más harina, la que nos parece que hace falta, la deshacemos bien y amasamos todo junto». Esta labor comienza a las 8 de la mañana y poco después llega Arturo para roxar el horno.

Él es el encargado de calentar la maquinaria para que todo salga bien. «Se le mete leña de xardón, encino y al principio madera de pino, para que haga más llama. Cuando la brasa está hecha, se quita una poca y el resto se hecha hacia delante». Esta tarea suele llevar entre 45 minutos y una hora y todo depende de la cantidad de pan que se vaya a cocer esa jornada. ¿Y cómo se sabe si el horno está listo? Pues porque la cúpula, hecha de ladrillo, se pone blanca. «Eso quiere decir que ya lo puedes meter».