Pascual, el burro que permite conocer la buena vida de Viladequinta

Desde el Domingo de Resurrección, Viladequinta, en el concello de Carballeda de Valdeorras, cuenta con un vecino más. Se trata de Pascual, un burrito que nació en una finca bañada por el río.

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Abdón Méndez es el dueño de Pascual y de los otros tres burros que le acompañan y que llevan por nombre Felipe II, Candela y Rosita. Desde hace seis años el pedáneo cuenta con estos animales "como afición". Los burros campan a sus anchas por la finca en la que no solo se alimentan del pienso que les proporciona Abdón sino también de las ramas de los árboles y de las castañas de las arboledas que a su vez les dan sombra.

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Aunque, como es el caso de Felipe II, sirvieron para fuertes trabajos, ahora estos burros viven mejor que muchos reyes. El también presidente de la junta vecinal señala que planea introducir algún ejemplar de burro zamorano para contar con  nuevos genes en su procreación. El burro se considera un símbolo de trabajo, fuerza y nobleza y que en los últimos años se ha visto amenazado. Es la trayectoria de un animal que puede llegar a vivir unos 25 años y que ha sido usado para transportar carga y otros trabajos en entornos, por lo general, duros. Aunque no muchas personas se dedican a recuperar este animal otros, como es el caso de Abdón, cuentan con él como un hobby sano.

Y es que vivir en el rural, volver al pueblo, permite el placer de criar y ver cómo viven estos animales pero no solo eso, sino también cultivar tus propias verduras, hacer tu vino, orujo o incluso espadas. Y este es el caso de Abdón que tan pronto arregla un coche, que la mayoría de la población calificaría como antiguo, como hace un hacha o asa un cordero en un horno que recuerda a los orígenes de la localidad. Y es que esa es la esencia que se respira en Viladequinta, conocer a los vecinos compartiendo un vino elaborado por ellos mismos sentado sobre una laja de piedra, realizar tu propio orujo de hierbas o recoger los tomates y las fresas tempraneras de tu huerta. Esos son algunos de los placeres con los que cuenta Viladequinta.